A veces, a fin de la temporada, cuando los turistas se iban de Calella, se escuchaban aullidos desde el monte. Eran los clamores de los perros atados a los árboles.
Los turistas usaban a los perros, para alivio de la soledad, mientras duraban las vacaciones; y después, a la hora de partir, los ataban monte adentro, para que no los siguieran.
E.G.
ufff... me acuerdo de este texto.
ResponderEliminaraunque no soy re fan de los animales, debo decir que me partió el corazón imaginarme la escena...