18 de noviembre de 2009

Tarde húmeda en the bus stop




Ella esperaba la locomoción cuando el extraño joven se le acercó.
Recostada a la pared, él le preguntó si tenía una moneda. Y para no ponerse a buscar, le dijo que no tenía nada.
"Yo sí tengo algo", le dijo. Y de reojo, porque no quería mirar, ella le preguntó que era.
Sacó un marcador de libros, de esos que sólo se "venden" en los ómnibus, y que ningún libro nuevo querría tocar.
"¿Para mí?, gracias". Y lo guardó.
Bastó para que le empezara a conversar, y conversaba solo. Le preguntó si había visto la película "Mujeres Perfectas", esa que era como una película de terror y le contó que una mujer largaba monedas por la boca. Es que no recuerdo bien, no se le entendió.
"No no, no la vi", respondió. No la había visto nunca y no creyó verla jamás.
De algo más le siguió hablando, que ahora no logro recordar, luego le dijo que se iba y le extendió la mano.
La muchacha sacó su mano del bolsillo, él se la tomó y le dio un beso. De esos besos que se dan cuando te dan la otra mano, la que no se debe dar al dar la mano.
Y entonces el joven agregó: "Ya sé que no tengo las manos limpias, para la próxima me las voy a lavar". Y se fue.



Ella llegó a la casa se lavó bien las manos y buscó en google "Mujeres Perfectas", la película.







Le habían hecho un regalo y no sabía quién.




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